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jueves, marzo 28, 2024

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¡¡LA BIZNAGA MÁS GRANDE DEL MUNDO!!

(Está en Bustamante, Tamaulipas)

“Haz un recorrido por los pueblos cercanos de tu tierra natal, encontrarás cosas deslumbrantes”; MARCO POLO

Por: Pepe Izaguirre

El Viernes Santo invité a Lupita y Flor para ir a conocer la BIZNAGA más grande del mundo. Yo supe de ella y la conocí por allá por el año de 2007, cuando estuve a cargo de la zona coca-colera de Victoria y Mante.

Como dice mi amigo Edilberto Cortina; ¡Y nos fuimos! Por el tramo que va de Comandante al Papalote de la Sierra de Cucharas, pudimos darnos cuenta de los avances de la carretera que se construye en el mismo trazo de la que ya conocemos, al menos yo, desde que era un “chiquillo”. 

Así llegamos al Pueblo Mágico de Tula. Nos estacionamos y dimos un recorrido por la Plaza Principal. Ya la conocíamos, pero volvimos a disfrutar de su belleza. Mi esposa y mi hija se solazaron de las artesanías y al regresar a donde yo me había sentado saboreamos una rica nieve artesanal. Para esto yo ya me había reventado una sabrosa plática con Doña Paulina Zúñiga Camacho, artesana de 82 años, originaria de ahí mismo. Por cierto, le compré una prenda protectora para tomar trastos calientes, bordada por ella misma. Doña Paulina me contó que tiene 10 hijos, 40 nietos, 15 bisnietos y 5 tataranietos. Pa´que vean; y sin presumir. Frente a la banca donde Doña Paulina vendía sus prendas estaba un puesto de “Tlayudas” (y no eran del AIFA), las cuales se veían apetecibles, pero; ella me dijo: Están bien caras señor, ni las compre. Costaban 50 pesos, pero como no traía hambre no hice el intento por comprarlas, lo cual ella tomó como que yo había hecho caso de su recomendación. En fin.

Salimos rumbo a Bustamante, lugar donde se encuentra la biznaga. Localizamos una gasolinera y me paré para comprar refrescos, pues ahora si ya traía hambre y la verdad quería aventarme una torta preparada por mi hija. Nos despachamos la riquísima torta y nos fuimos rumbo a la biznaga. Bajamos una sierra muy alta y sinuosa en la que tuve que frenar muy frecuentemente y de repente mi esposa y mi hija me dijeron: ¡Huele a quemado, huele a quemado! En el primer espacio que pude paré y revisé. Una balata echaba mucho humo y estaba demasiada caliente. Esperé que se enfriara y preferimos regresar, pues también a mi querida Dakota se le había encendido un foco de alerta en el tablero.

NI modo, nos regresamos con la promesa que en una nueva oportunidad las llevaré para que vean la susodicha BIZNAGA más grande del mundo. Les pondré una foto de aquella ocasión en que yo conocí el nopal/cactus del que les platico. 

¡¡UN RECONOCIMIENTO PARA MIS QUERIDO MÉDICOS. SUS AGUJAS NO SON TAN GRENDES COMO LAS ESPINAS DE MI BIZNAGA, PERO CURAN MUCHOS MALES!!

Un abrazo para mis amigos de FACE, ECO Y 12 HORAS.

 

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